DOLORES JIMÉNEZ Y MURO: PIONERA DEL PENSAMIENTO LIBERAL Y LA REVOLUCIÓN
- Aguascalientes de México

- 30 sept
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Dolores Jiménez y Muro nació en Aguascalientes, hija del abogado liberal José María Jiménez y de Atilana Muro. Cuando tenía nueve años, la familia se mudó a San Luis Potosí, donde su padre trabajó como funcionario público. Fue en esta etapa de su infancia cuando descubrió su pasión por la lectura y la escritura, habilidades que desarrolló con gran destreza. El ambiente liberal en el que creció y el respaldo constante de sus padres la impulsaron a convertirse en profesora, escritora y, más adelante, periodista.
En 1874, su prestigio como poetisa la llevó a ser invitada por el gobierno potosino a participar en las fiestas patrias de septiembre, donde declamó un poema de su autoría. Sus versos expresaban un profundo amor por la patria y un deseo ferviente de verla grande, libre y respetada en el mundo.
Jiménez y Muro se integró a la sociedad “Socialistas Mexicanos” y simpatizó con el Partido Liberal Mexicano (PLM), colaborando en la redacción del programa del partido en 1901 junto a figuras como Ricardo Flores Magón, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, Elisa Acuña Rosete y Aurora Martínez.
Su capacidad política quedó plasmada en el Plan Político y Social de Tacubaya (1911), documento que exigía la devolución de tierras a los campesinos, mejores salarios, jornada laboral de ocho horas, libertad de prensa, defensa de los pueblos indígenas y la abolición de monopolios. Este texto, atribuido a ella, fue clave en los ideales revolucionarios y más tarde la llevó a redactar el prólogo del Plan de Ayala.
Previo al estallido revolucionario, Dolores participó en colectivos femeninos de maestras, campesinas, intelectuales y obreras que luchaban por derechos políticos y sociales, especialmente los de la mujer. Dirigió el periódico “La Mujer Mexicana” y presidió el Club Femenil Hijas de Cuauhtémoc, desde donde se organizó una protesta contra el fraude electoral de 1910 bajo la consigna: “Es tiempo de que las mujeres mexicanas reconozcan que sus derechos y obligaciones van más allá del hogar”.
Siempre fiel a su espíritu combativo, tomó la dirección del diario “La Voz de Juárez”, lo que le valió prisión junto con sus colaboradores. Incluso desde la cárcel, continuó su labor política a través de “Regeneración y Concordia”, donde defendió mejoras en materia económica, social y laboral. Una de sus posturas más firmes fue la igualdad salarial entre hombres y mujeres, denunciando además que el censo de 1910 invisibilizaba a miles de trabajadoras callejeras, artistas y comerciantes rurales que sostenían buena parte de la economía nacional.
Su pensamiento llegó a oídos de Emiliano Zapata, quien la invitó a integrarse al movimiento zapatista en 1913. Desde entonces, Dolores se convirtió en una figura clave dentro de la organización, recibiendo de Zapata el nombramiento de general brigadier. Entre 1914 y 1919, vivió en constante movimiento con las tropas, recorriendo montes y comunidades indígenas hasta el asesinato del caudillo.
Tras el fin de la lucha armada, retomó la labor periodística en publicaciones como “Las Violetas del Anáhuac” y el “Correo de las Señoras”. Además, colaboró en las Misiones Culturales de la Secretaría de Educación Pública, llevando educación y cultura a las regiones marginadas del país.
Dolores Jiménez y Muro dejó una huella imborrable como escritora, periodista, activista y revolucionaria. Su legado es el testimonio de una mujer que supo transformar las palabras en acción y que abrió camino para que las mujeres ocuparan un lugar activo en la historia de México.

