FÁBULA - LA GUAYABA Y EL PAJARITO

Había una vez una guayaba dulce y jugosa que crecía en un hermoso árbol frutal en la cálida tierra de Aguascalientes. La guayaba se sentía muy orgullosa de sí misma y de su sabor exquisito. Todos los animales del lugar la conocían y anhelaban probarla, pero siempre se les escapaba de las garras. Un día, un pájaro curioso y hambriento llamado Pepito, que vivía en el mismo árbol, observó cómo los demás animales intentaban en vano alcanzar la deliciosa guayaba. Pepito pensó que sería una oportunidad perfecta para tener su propio festín. Sin embargo, había un pequeño problema: el pájaro no sabía volar tan alto como para llegar hasta la guayaba.

Pepito se acercó a la guayaba y le propuso un trato: "¡Oh, guayaba sabrosa! Si me permites probar tu dulce sabor, yo te ayudaré a dispersar tus semillas por todo el lugar". La guayaba, intrigada por la propuesta, aceptó de buen grado.

El pájaro y la guayaba comenzaron a trabajar juntos. Pepito, con su pico afilado, recogía las semillas de la guayaba y las llevaba a diferentes lugares de Aguascalientes. La guayaba, agradecida, sabía que así tendría más oportunidades de crecer y reproducirse.

Con el tiempo, las semillas que el pájaro dispersó germinaron y crearon nuevos árboles de guayaba en todo el lugar. Aguascalientes se llenó de hermosos árboles frutales que deleitaban a los animales y a los humanos con su sabor y aroma.

La guayaba y el pájaro, a medida que cumplían con su pacto, forjaron una amistad sólida y duradera. Juntos, demostraron que la colaboración y la generosidad pueden crear cosas maravillosas. Desde entonces, en Aguascalientes se celebra una festividad cada año en honor a la guayaba y al pájaro Pepito. Los habitantes del lugar disfrutan de exquisitos postres de guayaba y agradecen a la naturaleza por regalarles ese fruto tan especial. Y así, la fábula de la guayaba y el pájaro en Aguascalientes nos enseña que cuando trabajamos juntos, podemos hacer realidad nuestros sueños y llenar el mundo de dulzura y amistad.