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HISTORIA DEL AGUA EN AGUASCALIENTES: DE FUENTES A REDES MODERNA

  • Foto del escritor: Aguascalientes de México
    Aguascalientes de México
  • 18 oct
  • 2 Min. de lectura
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En el siglo XIX, Aguascalientes contaba con entre cuatro y seis fuentes públicas ubicadas en la plaza principal, de donde la ciudadanía obtenía el agua para su consumo diario. Cuatro de estas fuentes fueron oficialmente reconocidas en el Decreto 927, emitido por el Congreso del Estado el 28 de septiembre de 1898.

En aquel entonces, el suministro se realizaba mediante un sistema básico de tuberías de plomo que transportaban agua desde manantiales y ojos de agua cercanos. El ingeniero Miguel Velázquez, encargado de supervisar la red, detectó problemas importantes de presión y caudal: algunas fuentes fluían con más intensidad que otras y gran parte del agua se perdía durante el trayecto. Para solucionarlo, propuso construir una caja central que regulara el flujo, aumentar el diámetro de los tubos y colocar llaves de bronce desmontables para facilitar el mantenimiento.

El Ayuntamiento aprobó su plan en julio de 1880, marcando un paso fundamental hacia la modernización de la infraestructura hidráulica de la ciudad. Esta intervención no solo mejoró la distribución del agua, sino que también garantizó un suministro más uniforme, elevando la higiene pública y reduciendo enfermedades comunes en la época.

Con el crecimiento urbano durante las décadas siguientes, surgió la necesidad de nuevas soluciones: se instalaron tanques de almacenamiento, pozos profundos y redes de tuberías más amplias. Esto permitió reemplazar progresivamente a las fuentes públicas como principal medio de abastecimiento, convirtiéndolas en elementos decorativos que aún hoy adornan la Plaza Principal y otros espacios públicos.

En 1951, la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA) emitió una alerta al detectar que el agua municipal no era potable, representando un riesgo para la población. La autoridad ordenó corregir de inmediato las fallas y garantizar un suministro seguro, coordinándose también con la Secretaría de Recursos Hidráulicos del Estado.

Este suceso marcó el inicio de una etapa de colaboración entre autoridades federales, estatales y municipales para proteger la salud de los habitantes. A partir de entonces se fortalecieron los procesos de cloración, tratamiento sanitario y regulación de pozos, consolidando una red de agua más segura y confiable para toda la ciudad.

 
 
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