LA DAMA DEL JARDÍN DE SAN MARCOS

Cuenta la leyenda que, en el año 1900, cuando las noches en Aguascalientes eran silenciosas y el Jardín de San Marcos apenas se iluminaba con faroles de gas, comenzó a hablarse de una misteriosa dama vestida de blanco que aparecía al anochecer.

Quienes la veían decían que caminaba descalza por los andadores del jardín, con una sombrilla antigua en la mano y el rostro cubierto por un velo. Jamás hablaba, pero si alguien se le acercaba, alzaba la vista y sus ojos brillaban con una tristeza profunda. Algunos aseguraban haber sentido un escalofrío al mirarla; otros, que les habló al corazón sin decir una sola palabra.

Los rumores crecieron: se decía que era el espíritu de una joven llamada Isabel, una muchacha de familia acomodada que, a finales del siglo XIX, fue obligada a separarse del amor de su vida por diferencias sociales. Cada tarde, ella lo esperaba en el jardín, bajo el mismo árbol, pero él nunca regresó. Murió joven, y su alma, aferrada al recuerdo, quedó vagando entre las jacarandas y las veredas empedradas.

Pero la historia no termina como otras leyendas tristes. Una noche, ya entrada la primavera de 1905, un anciano forastero llegó al jardín. Caminó lento, apoyado en su bastón, y se detuvo justo frente al árbol donde Isabel solía esperar. Se sentó en la banca de hierro forjado y miró al cielo como si reconociera el lugar. La dama apareció, como siempre. Solo que esta vez, al verlo, dejó caer su sombrilla. El anciano alzó la vista… y ambos se sonrieron.

Los testigos aseguran que en ese instante, una ráfaga de viento llenó el jardín de aroma a gardenias. La figura de la dama se desvaneció lentamente, dejando en su lugar una paz que no se había sentido antes en el lugar.

Desde entonces, nunca más volvió a aparecer. Y aunque algunos buscan aún su silueta entre los árboles, los más viejos dicen que Isabel por fin encontró la calma… y que el Jardín de San Marcos florece más hermoso cada primavera en honor a su amor cumplido.