LA LEYENDA DE LA INDITA Y DIOSES DE ZARAGOZA
- Aguascalientes de México

- 9 oct
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Esta historia se remonta a tiempos anteriores a que Aguascalientes fuera declarada Villa. En aquel entonces vivía una humilde familia chichimeca en una choza situada al sur de lo que hoy conocemos como el jardín Zaragoza. En esa familia había una niña de nueve años que, a diferencia de sus padres —quienes rendían culto al dios de los mercados—, adoraba al dios Chilinche. Este dios la apreciaba profundamente.
Con el paso del tiempo, cuando la joven cumplió 39 años, perdió a sus padres y quedó sola. Afectada en su mente por el dolor, Chilinche le envió un guardián para protegerla. Aun así, el dios le preguntó qué era lo que más deseaba en la vida, prometiéndole concederle lo que pidiera y servirle hasta su muerte.
Pasaron los años y la mujer nunca respondió. Entonces, Chilinche, con ayuda de otros dioses, decidió curarla, pero le impuso una condición: debía poblar el lugar donde viviera.
Al enterarse de esto, la mujer buscó un antiguo libro de sucesos y misterios que ella misma había escrito. Entonces, Chilinche le dijo:—Aún no es tiempo de poblar estos lugares. Espera, yo te avisaré.
Pero la indita respondió que mientras más pronto cumpliera su compromiso con los dioses del otro lado, mejor sería.
Con el paso de los días, ideó un plan: fabricar una gran cantidad de muñecos de barro a los que les daría aliento y vida. Al repartirlos por la región, el lugar quedaría poblado.
Así lo hizo. Su bondad y su poder creador fueron tan grandes que la gente comenzó a verla como una diosa. Incluso después de su muerte, muchos siguieron llevándole ofrendas, convencidos de que su espíritu seguía protegiendo el rumbo de Zaragoza.

