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MANUEL M. PONCE Y LA VOZ QUE MARCÓ SU DESTINO

  • Foto del escritor: Aguascalientes de México
    Aguascalientes de México
  • 9 dic
  • 2 Min. de lectura
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A comienzos del siglo XX vivía en Aguascalientes una mujer ciega llamada Sebastiana Rodríguez, famosa por recorrer pueblos y ferias regalando su voz a quienes quisieran escucharla. Entre los jóvenes que quedaban cautivados por sus interpretaciones estaba Manuel M. Ponce, quien años más tarde se convertiría en una de las figuras más importantes de la música mexicana.

Ponce, nacido en Fresnillo en 1882, llegó a Aguascalientes cuando apenas tenía unas semanas de vida y permaneció aquí hasta los quince años. Desde pequeño fue considerado un prodigio musical. Sus biógrafos cuentan que, antes de cumplir cuatro años, imitó en el piano una pieza que escuchó durante las clases de su hermana, lo que dejó sorprendida a su familia y los llevó a inscribirlo de inmediato en lecciones formales de piano y solfeo. Sus primeras composiciones fueron piezas sencillas como gavotas y valses, propias de un niño con talento excepcional.

Con el tiempo, las melodías cargadas de nostalgia que escuchaba en la voz de Sebastiana comenzaron a sembrar en él una idea que lo acompañaría toda su vida: la música popular mexicana podía elevarse, perfeccionarse y conquistar al mundo sin perder su esencia. Aquella combinación de alegría y tristeza que caracterizaba los cantos de Sebastiana impulsó a Ponce a explorar un estilo propio, profundamente ligado al alma del pueblo mexicano.

En 1901 ingresó al Conservatorio Nacional de Música con un prestigio ya bien ganado como pianista y compositor. Tras un breve regreso a Aguascalientes en 1903, inició un periodo de estudios y viajes: Italia en 1904, Alemania entre 1906 y 1908, para luego retornar a México y asumir cátedras de piano e Historia de la Música.

En 1909 compuso “Malgré tout”, una pieza para piano dedicada al escultor Jesús F. Contreras, quien había perdido un brazo. Pero fue en 1912 cuando creó su obra más célebre: “Estrellita”. Lejos de ser solo una canción romántica, Ponce la describió como una nostalgia viva, un recuerdo de su juventud en Aguascalientes: callejones empedrados, paseos nocturnos y la voz inolvidable de Sebastiana.

Ese mismo año sorprendió al público con un concierto de Música Popular Mexicana en el Teatro Arbeau. Aunque provocó debate entre los defensores de la tradición europea, el evento marcó un antes y un después en la historia de la música nacional.

Gracias a composiciones como “Estrellita”, “A la orilla de un palmar”, “Marchita el alma” y muchas más, Ponce fue reconocido como el “Creador de la Canción Mexicana Moderna”, y se convirtió en el primer compositor mexicano de música popular con verdadera proyección internacional. “Estrellita” ha sido interpretada por grandes orquestas y cantantes alrededor del mundo, aunque no siempre se conozca su origen.

Tras su muerte, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres en el Panteón de Dolores, y en Aguascalientes se encuentra una placa en su honor en la Exedra, a un costado de la fuente dedicada a su memoria.

 
 
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