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UNA ESCALOFRIANTE LEYENDA DEL PANTEÓN DE LA SALUD

  • Foto del escritor: Aguascalientes de México
    Aguascalientes de México
  • 22 jun
  • 1 Min. de lectura
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Cuentan los viejos del Barrio de la Salud que hace muchos años, un albañil llamado Don Jesús Infante trabajaba en el Panteón de la Salud, restaurando una tumba olvidada al fondo del cementerio. Era un hombre serio, respetuoso con los muertos y muy devoto.

Una tarde, ya cayendo el sol, mientras recogía sus herramientas, escuchó que alguien lo llamaba por su nombre.

—Don Jesús… Don Jesús…

Pensó que era una broma, pero al voltear, lo vio: un esqueleto vestido con una túnica raída, parado entre las lápidas, con los huesos brillando a la luz del atardecer. Tenía una calavera sonriente, pero su voz era triste.

—Necesito que mandes decir tres misas por mi alma —le dijo—. Debajo de la tercera tumba del pasillo sur hay tres monedas. Úsalas para eso. Si no lo haces, lo lamentarás…

Don Jesús se quedó helado. Apenas pudo moverse. Pero al día siguiente, temblando de miedo, fue al lugar indicado… y ahí estaban: tres monedas antiguas de plata, enterradas bajo una lápida olvidada.

Sin perder tiempo, mandó celebrar las misas en la iglesia más cercana.

Desde entonces, jamás volvió a ver al espectro. Pero otro albañil, que escuchó la historia y se burló de ella, cavó por su cuenta buscando monedas… y días después enfermó gravemente. Dicen que murió entre gritos, con la cara pálida y los ojos abiertos como si hubiera visto el infierno.

Don Jesús vivió muchos años más, pero cada Día de Muertos dejaba una veladora en aquella tumba… por si el alma aún no descansaba del todo.

 
 
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