Se dice que hace muchos años, cuando el Cerro de la Bufa era solo un lugar apartado, un joven pastor llamado Miguel subía a las montañas con su rebaño de ovejas. Un día, encontró una cueva oculta que emanaba una extraña luz. Intrigado, Miguel entró en la cueva y descubrió que estaba llena de monedas de oro, joyas y objetos de gran valor.
Miguel se llevó algunas monedas, pensando que con ellas podría ayudar a su familia. Pero al salir de la cueva, se encontró con una anciana misteriosa que le advirtió que las riquezas de la cueva estaban malditas y que, si se llevaba algo, el oro y las joyas se convertirían en piedras al salir de Zacatecas.
Miguel, incrédulo, decidió probar suerte y tomar más riquezas. Pero al tratar de abandonar Zacatecas con el oro, todo el tesoro en su bolsa se transformó en rocas y polvo. Desesperado, regresó a la cueva, donde la anciana le esperaba, diciendo que aquellos que intentaran sacar la riqueza serían castigados por los espíritus guardianes de la montaña.
La leyenda dice que el tesoro sigue en el Cerro de la Bufa, pero que está protegido por antiguos espíritus. Aún hoy, se cuenta que quienes intentan encontrar el tesoro experimentan extraños fenómenos, y algunos incluso aseguran haber escuchado las advertencias de una anciana en el viento.
Esta leyenda habla de la avaricia y de la importancia de respetar los misterios y riquezas de la naturaleza.